Copio a continuación la crítica publicada en el ABC (edición de Castilla y León) del 17-12-2012 a raíz de la presentación del último espectáculo de "Los Vivancos", Aeternum, en el Teatro Calderón de Valladolid:
“Vivancada”
La expresión no es mía. Cristo,
uno de los siete hermanos protagonistas de “Aeternum”, definió esta nueva
producción suya como “un cóctel explosivo de Vivancadas”, pensando quizá que el
neologismo definía a la perfección las cualidades intrínsecas de su
espectáculo: personalidad, originalidad, creatividad, virtuosismo... Quizá se
le escapó el tinte burlesco al que invita la misma sonoridad de la palabra.
Pero tenía razón: “Aeternum” es una auténtica “Vivancada”, en la que arte y
talento se conjugan constantemente con exhibicionismo y fatuidad. Y es una pena
tanto derroche de trabajo bien hecho presentado en un envoltorio inconsistente,
que parece perseguir sólo el aplauso.
Se señala en el escueto programa
de mano (que, por cierto, ¡se vende! al módico precio, eso sí, de un euro) que
en la asesoría artística han colaborado Daniele Finzi Pasca y Julie Hamelin,
esto es, dos personalidades del mundo circense, que se han encargado de
supervisar toda la producción. Adoptar una óptica circense significa, desde
luego, una opción, que en este caso me parece equivocada, porque no aporta
sustancialmente nada a estos bailarines más que servir de pretexto para vencer
desafíos (el “más difícil todavía”) como los de taconear sobre el abdomen de
otro bailarín, tocar el traverso mientras se baila, percutir el cajón con manos
y pies al tiempo que se lo gira, o tañer el violoncello eléctrico con las
piernas suspendidas en el aire. Alguien entre el público decía: “¿es necesario
todo esto?”, indicando la ineficacia del exceso, su esterilidad (subrayada
además por una puesta en escena efectista).
Uno de los momentos más
brillantes y en el que se percibe mejor el excelente trabajo de estos siete
hermanos es en la farruca “Ciegos”, con una coreografía ejecutada con los ojos
vendados en la que todo funciona al milímetro; en esta pieza se ha prescindido
de la saturación lumínico-acústica, permitiendo así al espectador centrarse en
la belleza y perfección del baile. Menos es más.
Eso sí: el público femenino del Teatro Calderón se puso en pie al final
de la actuación y aplaudió como nunca a esta pléyade apolínea que, por lo que
se ve, desata pasiones.
[http://www.abc.es/local-castilla-leon/20121217/abci-vivancada-201212172124.html]